sábado, 23 de abril de 2011

Sigo escribiendo y me sigo quejando de mi época, leer y ver videos o fotografías de los sesenta es fascinante, y cuando observas quieras o no, terminas metido ahí dentro, tengo quince años de edad y vivo rodeada de gente como yo y gente no tan yo, me gusta mucho observar y lo que observo la mayoría de mis días es la cantidad de pibes y pibas a los cual les hace falta un poco de arte, veo sus vidas y tan solo es despertarse ir al colegio comer mirar la televisión hacer los deberes conectarse a la computadora dormir y al otro día lo mismo, y eso es todo, y si escuchan música ¡que mala música que escuchan! Y entonces es ahí cuando me discuto conmigo misma porqué los pibes y las pibas no son como los de los sesenta, y eso es el tema que más me gusta dialogar con mi abuela, y ahí es cuando entiendo porqué la gente mayor se la pasa diciendo ‘estos pibes de ahora, gente era la de antes’… y ahí es cuando empiezo a decir y pensar lo mismo, antes (desde mi punto de vista) la mayoría de la gente estaba acostumbrada a trabajar a temprana edad, las personas vivían con más entusiasmo y con más ganas, las madres educaban mejor a sus hijos y los padres contaban sus vivencias de las cuales sus hijos aprendían millones de cosas, en la mesa nunca faltaba la coca cola, y que familia rara aquella que no tenía arte, y mi sonrisa crece cuando gente mayor me muestra sus vinilos de los Beatles, y ni hablar cuando mi abuela me dice ‘nena, en mi época cortaban tal y tal calle de tal disquería, ponían los Beatles y todos salíamos a bailar’, y que copado que mamá nos cuente que en su infancia se vivía jugando en la vereda con los vecinos, y que lindo cuando la abu desempolva una vieja cámara fotográfica, o cuando el abuelo nos canta un tango mientras nos cuenta anécdotas de las buenas épocas, y digo buenas porque esas eran las que me gustaban, esas eran en las que me hubiese encantado vivir, esas eran las que valían la pena. Y tengo que salir a la calle actual a comprar algo, y veo una sociedad totalmente perdida, las familias separadas y peleadas, la gente alterada, la juventud que concurre a escuchar cumbia, las disquerías que cierran para no volver a abrirse y la mayoría de los adolescentes sin ganas de nada, sentados en sus camas intentando sacar un tema con la recién comprada guitarra criolla, o sino el otro lamentable extremo, subirse al micro y tener a cinco pibes y pibas de mi misma edad escuchando reggaeton y cumbia, entonces cuando llego a casa pongo los Beatles y otras bandas de antes, y entonces cuando salgo compro ropa de antes, y entonces cuando estudio estudio fotografía,  y entonces… a mi el tiempo me puso en otro lado. 

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