domingo, 28 de agosto de 2011

Sobre George Harrison

George tenía tan sólo diecisiete años y no tenía permiso de residencia en Hamburgo. Las salas en las que tocaban no admitían a menores de edad. George había logrado eludir el problema durante cuatro meses, pero la suerte se había desvanecido y fue obligado a abandonar el país. Astrid y Stuart le acercaron a la estación y le dejaron en el tren de vuelta a casa con una bolsa de golosinas y algunas manzanas.
Aunque George fuera el más tranquilo de todos, cuando llegaba el momento de hacer bromas, las podía devolver tan buenas como las que le hacían a el. Justo cuando pensabas que no estaba escuchando una de las malvadas chanzas de John, la resolvia con desden con una ingeniosa frase que nos dejaba a todos muertos de risa.  Cynthia Powell

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